viernes, 25 de octubre de 2013

LAURA VII (LLEGA EL FINAL)

La intención era buena, pero solamente era intención…
No pegó ojo en toda la noche. 30.000 vueltas en la cama, que no era muy grande, pero que en aquel momento parecía enorme.

“Si tengo que optar por lo que quiero, es fácil… No me habría ido de casa. Además ahora parece que todo empieza a encajar: trabajo, escuela de danza, chico que me ilusiona…”

Se tumbó hacia arriba con los brazos colgados en el cabecero.

“claro que, si es lo que debo de hacer… está claro que mi hermano de 15 años se está comiendo un marrón que no le toca. Además entre mi padre y mi hermano no sabría decir quién es el más inmaduro, así que…”

Cerró los ojos fuerte. Cogió el edredón y se lo puso sobre la cara.
Eso de pequeña le funcionaba para dormir. Ya no era tan pequeña y el peso de la responsabilidad caía sobre los hombros como una mochila.

Encendió la lámpara de la mesita de noche y se levantó a coger el álbum de familia que, desde que murió su madre, no veía.
Respiró profundo antes de abrirlo.

“¡Mírate! Que bonita eres mamá. ¡Y mira al enano! Aquí debía de tener como 3 añitos…jejejeje, papá vaya pintas…”

Entre lágrimas y carcajadas pasaba cada página del álbum.
Ana entró en la habitación delicadamente.

“Lau ¿puedo hablar contigo?”
“Pasa tonta, no te quedes ahí”

Se metió con ella en la cama y las dos empezaron a contar historietas de pequeñas.

“Lau. Eres mi mejor amiga desde parvulitos. Y creo que nunca te he hablado como voy a hacerlo ahora. Tampoco nunca hemos vivido algo como lo de ahora. Pero lucha Laura. Lucha por tu felicidad, por tus sueños, por tu vida. Lucha por lo que crees y por lo que sientes en cada momento. La vida te ha dado uno de los mazazos más grandes que se pueden dar. Pero has tenido la fortuna de tener una madre maravillosa y saber qué es eso. Hay gente que ni se lo imagina, ni sabrá nunca que se siente… hagas lo que hagas Lau, estoy a tu lado. Estoy orgullosa de como estas afrontando las cosas y como le estas plantando cara a la vida. Y estaré orgullosa escojas el camino que escojas”

Ambas, que ya estaban llorando, se fundieron un abrazo…

“y si no eliges el camino del mazizo de tu vecino, no te preocupes, yo te lo cuido encantada…”
“¡¡Anaaaaaa!!”

Le dio un almohadazo en la cara que acabó con Ana por un lado de la cama y Laura por otro a “guerra de almohadas”

“Ana, gracias… siempre estas y sabes el momento exacto para estar. Te quiero”
“y yo boba. Descansa que mañana curras”

Sonó el despertador y parecía que acababa de cerrar los ojos.
Era el primer día en la clínica de fisioterapia y estaba algo nerviosa.

“Ey nueva y a la par reluciente compañera, ¡buenos días! ¿Lista?”
“¡Ey tío! A por todas…”

En hora y media se puso al día de qué tenía que hacer y dónde estaba cada cosa.
La jornada se pasó rápido, sin ningún incidente en su primer día.

“¡Hasta mañana Juanma! No he roto nada, ni matado a  nadie, que para ser el primer día no está mal…”
“Nada mal loca. ¡Hasta mañana! Ah! Intenta dormir algo anda, porque vaya ojeras tú…”
“lo mío se arregla durmiendo… ¿pero qué hacemos contigo?
“Vengaaaa… ¡zas! En toda la boca!”

Tocaba una de las dos cosas que más deseaba del día de hoy… María.
“¡Buenas tardes María! Mire, encontré esto en casa y pensé que le haría ilusión”
“¡Hola Angelico! ¡Has venido! … ¿y esto qué es?”

Abrió el paquete en el que estaban envueltas las típicas muñecas rusas, matrioskas, que estaban en su vida desde que tenía memoria. Eso si, estaban impolutas.

“El otro día me fijé que tenía un montón de figuras por la casa y no vi ninguna como estas… es tan común que pensé que debería de tenerla usted”
“cariño, es un detalle tan bonito… (Le dio un abrazo de los de verdad, de los que se sienten profundamente) pero pasa, que te he hecho cocido”

El tiempo con María era mágico. Las anécdotas de su vida, sus experiencias, la cantidad de cosas que tenía que aprender de aquella mujer…
Era reservada, pero aquella abuela le inspiraba toda la confianza del mundo, así que aprovechó la ocasión

“María, tengo una duda existencial que está acabando conmigo desde hace unos días”
“ay hija, no me asustes, cuéntame”

Puso al día a María de todo lo que le pasaba por la cabeza y la anciana fue contundente.

“Cariño, no hay mejor consejo a seguir que el que se da uno mismo. Las experiencias, las piedras del camino, las soluciones, los problemas… son diferentes en cada uno. Pero piensa que elijas lo que elijas, elije una vida de la que te sientas orgullosa. Y si no es así, elije empezar de nuevo”

No le dio la solución. Le dio algo mucho mejor, el camino para tomar la decisión.

“Es usted muy especial María, muchas gracias por todo…”
“Hija, no soy especial, soy vieja”

Al llegar a casa, Ana abrió corriendo la puerta

tía, tía, corre, vete a ver a tu chicarrón”
“¿qué te pasa chiflada?”
“correeeeee”
“pero déjame entrar y ducharme ¿no? ¡Que llevo todo el día fuera!”

Se abrió la puerta de Alex.

“¿Laura? ¿Puedo hablar contigo un momento?”
“¡¡Hola! Hola… ¡si! ¡Claro!”
“yo me quedo con esto”

Ana le cogió la mochila y la empujó hacia él.

“Pasa por favor…”
“gracias”

La casa era espectacular. Había juntado dos casas y hecho un loft, diseñado con mucho gusto.
A medida que fueron llegando al salón, atisbó sombras en la pared que se movían en aquella luz amarilla. Todo el salón estaba repleto de velas de distintos tamaños y formas.

En el centro una alfombra de pelo blanco y dos copas de vino posadas en una bandeja.

“vaya Alex, es precioso. ¿Qué celebramos?”
“El habernos encontrado”

La besó y ambos se sentaron en el suelo.

“¿Cómo estás Laura?”
“Bien, la verdad que sorprendida con esto y algo cansada del día, pero ahora muy muy bien… ¿y tu?”
“Loco por ti. Se que es precipitado, raro y todo eso. Y te aseguro que para mí lo es mucho más. Pero desde ayer la sonrisa no se me quita de la boca y tú no te vas de mi cabeza. Siento que la ilusión ha vuelto a mi vida y la verdad que esta vez no quiero perder la oportunidad de que se quede. No te asustes, es sólo que creo que nunca me he sentido así antes”
“¡No! ¿Cómo me voy a asustar Alex? Yo estoy como tú. Es solo que no es tan fácil sabes… ¿te acuerdas de la historia triste que no te quería contar?”
Era la segunda vez que contaba la misma historia en el día. Pero en este caso, no lo hizo desinteresadamente. Al contarle todo, esperaba en Alex una salida. Apoyo y aliento para sentirse arropada en su decisión. Un “voy a por todas contigo, decidas quedarte o irte”

“Entiendo… entonces ¿qué vas a hacer?”
“No lo sé, pero cada vez tengo más claro que no puedo ser feliz si se que mi hermano y mi padre no lo son…”
“Entiendo… ¿así que te vas? ¿Y nosotros? ¿De verdad no quieres saber a dónde podemos llegar con esto?”
“¿qué?”

Un jarro de agua fría. Otra vez. ¡¡Otra vez!!

“Te conozco de dos días. ¿De verdad crees que te voy a poner a la altura de mi familia? En realidad tenía dudas… pero me las acabas de quitar todas de golpe”
“Hombre, no pensarás en tener una relación a distancia desde ese pueblo tuyo…”
“¿Desde ese pueblo mío?

Se levantó de golpe. No pudo contener esa risa nerviosa que le salía cuando las cosas le daban rabia o impotencia.

“Si es que no aprendo… venga Alex, suerte con TU vida, TU felicidad y TU meta”
“¿Te vas? ¿Así, sin más? Al menos quédate un rato y nos acostamos ¿no? No sabes lo que te estas perdiendo...”


Salió gritando de la casa “¡GRACIAS!¡¡GRACIAS ALEX!!” y cerró la puerta del piso sin mirar un segundo atrás.

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