miércoles, 23 de octubre de 2013

LAURA (PARTE VI)

“maldito mico…”
“¿qué? Lau tía… ¿sabes quién es?”
“Ana, necesito estar sola, vengo ahora”

Cogió una chaqueta y las llaves, sin dejarle a Ana la oportunidad de decir nada más.
Bajó andando, estaba lo suficientemente nerviosa y ansiosa por salir, que el ascensor no era buena idea.
Se fue al sitio, a su rincón de Madrid.
Estaba a unos 25 minutos de casa, pero le daba igual. Necesitaba aire. Necesitaba decidir.

Ya en el Templo de Debot y después de sentarse en el borde de la fuente, sacó del bolsillo la carta que había encontrado en la caja.
Un párrafo, el párrafo que trastocó su plan:
 “Pero tu guerra ahora, es otra. Otra diferente a la mía, cuando en esta batalla deberíamos estar juntos”

“¿y qué se supone que tengo que hacer eh?”
Cogió entre sus manos el collar de su madre que tenía colgado al cuello.

“¿No se supone que la vida es una, que hay que luchar por los sueños, que hay que escoger el camino que uno considera que le hace feliz?”

Se secó las lágrimas con la manga de la chaqueta y se tumbó sobre el murete de la fuente.
El cielo estaba estrellado con una inmensa luna llena iluminando las penumbras de Madrid.

“Si tú estuvieses aquí, nada de esto sería tan difícil… mamá, necesito que me des una pista. Recuerdo cada una de las conversaciones que  tuvimos, pero me debes las que quedaron pendientes, todas las dudas que ahora tengo y no te puedo preguntar. Todos los miedos, las inquietudes, los consejos que ahora me hacen tanta falta. ¿Debo de hacer lo que debo o lo que me gustaría hacer?”

“¡Hola! ¿Estas bien?”

Una cara del revés se puso encima de la suya.
¡Era él! Con su pantalón corto de correr y su camiseta blanca.
No lo volvió a ver desde ese “no reconocimiento” en el mismo lugar.
Esta vez no podía cagarla, estaba claro.
Esta vez se debía presentar como se debe a su “vecino el guaperas”

“¡Hola! Pero… espera un momento ¿cómo sabes que soy yo?”
“¿cómo dices?”
“¡Si! Si no me he presentado cara a cara, ¿cómo sabes que soy yo?”
“¿y cuál es la otra opción si no eres tú?”

Laura se incorporó y su vecino se sentó al lado.

¿te lo ha dicho el portero?”
“puede ser… o puede ser que al verte sepa que eres tú porque sólo tú puedes ser así”
“¿estás loco?”
“¿y tú?”

Se rascó la oreja izquierda mirándole a los ojos, y después de unos segundos, se puso el collar al cuello y siguió…

no sabes quién soy ¿verdad?”
“no tengo la menor idea, pero te puedo asegurar que está siendo uno de los momentos más raros de mi vida…”
“¿te parezco guapa?”
“Sin duda”
“¿por eso te has acercado?”
“En realidad si hubieses sido una anciana de 80 años, creo que lo habría hecho igualmente… no me gusta ver a una mujer llorar, sea como sea”
“ah… entonces ¿no quieres ligar conmigo?”

Un silencio entre los dos, mirándose a los ojos, fijamente.
No hubo respuesta verbal.
La respuesta, en este caso, fue corporal.
Acerco suavemente su mano a la mejilla de Laura para limpiarle la lágrima que caía por el pómulo.
Apartó sutilmente el mechón de pelo hacia atrás y se acerco lentamente.

A ella le faltaba el aire. El estomago se encogió y las ganas de que la besara aumentaban a medida que se acercaba.
Ella cerró los ojos.
Él se acercó al oído.

“si considerara que tengo una sola oportunidad contigo, lo habría intentado desde el día que llamé a la puerta de tu casa…”

Laura se separó de él, lo miró y le entró la risa.

“y ahora dime, peculiar vecina alocada, ¿estas bien?”

No podía responder. La situación era tan surrealista a la par que romántica que no quería romper el momento…

¿qué? No me mires así, ¡yo también tengo mirilla en la puerta! ¿Has cenado?”
“No…”
“vamos”

De camino al local de tacos de la calle Fuencarral, se pusieron al día de sus vidas. La conversación no fue nada del otro mundo, simplemente un “este soy yo” “y esta yo”.  Nada original salvo la absoluta sinceridad con la que los dos destaparon sus cartas de presentación.

4 horas hasta la vuelta a casa. Ni relojes, ni móviles, ni interrupciones de ningún tipo. Solo ellos.

“¿te puedo preguntar por qué estas triste?”
“eeeeehhh! ¿Y tú que sabes Sherlock Holmes? Si no he parado de sonreír ni un minuto…”
“Son tus ojos los que no lo hacen. Hablan de tristeza y miedo”
“Es una historia complicada y larga con la que no te voy a aburrir en nuestra primera cita…”
“¿cita, eh? ¿Primera? así que… ¿te gusto un poco y te gustaría repetir?”
“¡oye!”

Roja como un tomate no supo qué mas añadir.
Pero no hizo falta y tampoco le hubiese dado tiempo.
A la que agachó la cabeza el le subió la cara con la mano y la besó.
Después de desearlo durante la noche, la besó.
Un beso dulce pero contundente.
Un beso que tenía el sabor del primero y la complicidad del último.
Un beso que les hizo quedarse en silencio en el camino de vuelta a casa.
Pero un silencio cómodo. Un silencio más cómodo que cualquier palabra que se hubiesen dicho en ese momento.

Cruce de miradas, de roce de manos, de otros besos como ningún otro beso robados por las calles de Madrid…

“pues aquí nos separamos…”
“si…en realidad unos metros”
“si… que descanses. Me lo he pasado muy bien”
“Que descanses…”

Cerró la puerta de casa, asomándose a toda prisa a la mirilla.
Antes de cerrar, él miró al huequecito de la misma y le guiñó un ojo.
Cerró corriendo la tapa de la mirilla como si la hubieran pillado haciendo algo malo.

pero ¿a ti que coño te pasa eh?”
“Hola gorda”
“Te he llamado 30 veces tía. Hace 6 horas que te fuiste y no sabía nada de ti”
“Es Manu, Ana”
“¿Qué? ¿Qué Manu? ¿De qué me estas hablando ahora?”
“La carta me la ha escrito Manu, mi hermano tía”
“¿El caniijo?… Oh Dios, Lau, ahora que lo dices, tiene todo el sentido del mundo…”
“y estas 6 horas he estado con él…”
“¿con Manu? ¿Está aquí?”
“No, con Alex, el vecino”
“¿el buenorro?”
“nos hemos besado”
“¿ya? ¿TÚ?”
“Me gusta. Mucho”
“Ay mi madre Lau… ¿y qué vas a hacer? ¿Vas a volver a casa? ¿vas con tu padre y con tu hermano a echarles una mano? ¿Te vas a quedar? ¿Qué vas a hacer con Alex?”
“Me voy a la cama gorda, buenas noches…”
“pero, ¡tía! No me puedes dejar así”

“buenas noches gorda, te quiero”

3 comentarios:

  1. Muy muy bueno, sinceramente no soy muy de estos textos con ese toque de romanticismo, pero lo escribes con tal sencillez que no resulta pesado de leer, congratulations¡
    Quisiera aprovechar para compartir contigo el nuevo post de mi blog http://www.pablocavaharinero.blogspot.com.es/2013/10/sobre-la-derrota.html , espero que te guste. Buen jueves¡¡

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  2. Que bonito, muy romántico. Nunca se sabe donde llegará...

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  3. A mi me gusta y me tiene enganchado, como la mayoría de los que post que has hecho, lo único que es Templo de Debod con d, sé que Debot mola más y podríamos hacer una propuesta para cambiar el nombre y que lo pondrás como quieras, pero bueno ahí lo dejo. Y has pensado en escribir un libro? yo lo compraría.

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