jueves, 10 de octubre de 2013

LAURA (II PARTE)

El móvil comenzó a sonar. Casi se le sale el corazón por la boca. Estaba claro que hoy era día de sobresaltos, éste menor que el de que te roben en casa, claro.

“Numero oculto… No estoy para cachondeito hoy…”

No lo cogió. Marcos, su ex novio del instituto, había dado su teléfono a todo el pueblo tras romper con ella. De hecho fue ella quien le dejó tras la pillada de “intercambio de fluidos” con Baby, la calentorra del pueblo.

El móvil de nuevo…

“Que pesados coño… ¡¡SI!!”
“¿Señorita Laura Robles?”
“Si, soy yo ¿quién es?”
“Mi nombre es Mónica, le llamo del Conservatorio de Danza. Laura, ha pasado usted la primera ronda de selección para el nuevo espectáculo de Kristian Cellini. El lunes será la ronda final. A las 12:00 de la mañana en la misma sala que hoy”
“¿De verdad? ¡Gracias! ¡Muchas gracias! ¡Allí estaré, claro!”

Por fin una noticia buena hoy.
Se puso delante del espejo y con tono de burla recordaba a aquellos que la desanimaban a irse a Madrid…
“¿A bailar? ¡Tú estas loca! ¿Sabes la cantidad de gente buena que hay en Madrid…? No te van a coger nunca chalada…”
Pues para no cogerme nunca… primera prueba y primera alegría. ¡Vamos allá campeona!
Necesito aire… muchas emociones juntas hoy…

Cogió su chaqueta, sus cascos y salió a dar una vuelta por las frías calles de Madrid.
No era tarde, las 20:00 aproximadamente, y si había algo que le gustaba hacer era caminar sin rumbo sintiendo el frío en la cara. Era “su momento” del día.

“¿Y si vuelven a entrar? Se supone que la gente cuando pasa eso cambia la cerradura. Mañana hablaré con un cerrajero… Dios, ¡pero si no tengo un duro! Y encima ahora a cambiar la cerradura…”

Rondaban por su cabeza mil cosas. Hoy su momento de relax no estaba saliendo como esperaba.

“A parte de la agencia, necesito otro curro. Uno que me permita tener un extra fijo para llegar a fin de mes… esta claro que con las sesiones de fotos y anuncios temporales no me llega”

El tiempo que había pasado en Madrid había sido el suficiente para elegir su sitio favorito de la capital: El Templo de Debot. Podía pasar horas sentada en la fuente, escuchando música y viendo pasar a la gente. Le encantaba imaginar historias… ¿A dónde va la gente? ¿A qué se dedicará por la pinta? ¿Por qué están allí?
Hoy no. Hoy estaban ella y sus preocupaciones.

Miki me dijo que curraba en un bar el fin de semana… igual necesitan más camareros… Si no, el Starbucks, aunque lo de sonreír todo el día…

De pronto, su mirada se paró en la valla del fondo.
“¡¡No me lo puedo creer!! ¿Es él?… ¡¡si!! ¡¡Es él!! ¿Como se llamaba? No le puedo decir “vecino”

Levanto el brazo efusivamente y saludó como si fuera la persona a la que más quería ver en ese momento.
El joven la miró, se quedó descolocado y siguió estirando…
Laura bajó el brazo en seguida, sintiéndose la tipa más idiota del lugar.

“¿y a este idiota qué le pasa? En mi casa tan majo hace unas horas y ahora ni saluda… Todos los guapos son idiotas…”

Llegó a casa, con una sensación rara, entre miedo y cansancio.
Puso la mesa de la cocina detrás de la puerta, a modo de seguro, después de cerrar con pestillo, llaves y dejarlas colgadas en la puerta (se supone que así es más difícil entrar).

“Estoy muerta… bueno, mañana ya viernes. Mamá, vaya día. Te quiero muchísimo. Buenas noches”

El timbre…
“¡Venga hombre! ¿Y ahora qué?... ¡¡NO ESTOOOOOY!!”

Llamaron insistentemente 5 o 6 veces más, sin parar.
“¡VOY! ¡¡VOOOY!!”
“Abre perra, ¡¡que soy yo!!”
“¡¡No me lo creo!! ¿Qué haces aquí?”

Todo esto mientras quitaba el mini- fuerte que se había montado detrás de la puerta…
“Te conozco bien Lau, algo grave te ha pasado… tu no pides socorro nunca tía”

Se fundieron en un abrazo. Era Ana. No la esperaba hasta el sábado. Y allí estaba.
“¡woooow! Vaya mini palacio ¿eh?”
“ya tía, no me da para más”
“esta genial… ya quisiera yo uno para mi. Pero ¡mírate! Si parece que hasta te has hecho más mayor en estos días”
“no me hables...”
“¿una cerve y me cuentas?

Estuvieron hasta la madrugada poniéndose al día. Ana se quedó loca con lo que había pasado con el collar.
“Mañana mismo cambiamos la cerradura. Lo importante es que tú estas bien. ¿Quieres que busquemos otro piso gorda?”
“¡No! Este me gusta… además por este precio poco vamos a encontrar”
“bueno, al pastel amiga, ¿de maromos qué? ¿Cuántos han caído ya perrilla?”
“Tía, ninguno… pero me pasó algo curioso esta tarde…

Le contó la historia del vecino y lo que había ocurrido en el Templo de Debot.
“¿Entiendes algo? ¡Porque yo lo flipo!”
“Espera, espera cabeza de chorlito… ¿me lo dices en serio? ¿No has caído en lo que estás diciendo no?”

Laura se quedó mirándola con cara de “¿qué me estás contando?”

“¡¡Lau, tía!!¡¡ Él no te vio!! Le dejaste en la puerta como a un perro. ¡¡No te pone cara mamarracha!!”
“Dios… vale si, soy idiota…”


Las dos comenzaron a reírse como hacían siempre. Corrieron litros de cerveza. Fue una noche larga. Pero de esas noches que no se olvidan. Una vez más, Ana estaba allí cuando la necesitaba. Una vez más, la amistad verdadera le salvaba del vértigo de afrontar esto sola.

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