Le conté a Tomy por encima lo que
había pasado ayer y le pedí que me acompañara al psiquiátrico a ver a M.
Sonó la alarma de clase y salimos
escopetados
CAPÍTULO 4
“pero tío, ¿y si todo es un plan
para matarnos ahora?”
“¡o para comerte! Seguro que cuando
te vea, se le cae la baba de la grasota que tienes ahí… ¡¡MIERDA!! Se me ha
olvidado la comida… hay que dar la vuelta Tomy, tengo que llevarle algo”
“tranqui, la bolita siempre tiene recursos, sigue
adelante”
Llegamos. Esta vez a pata, sin
bici… chorreando y Tomy al borde del infarto
“¡¡M!! ¡¡Estamos aquí!!”
No contestaba
Me empecé a rallar…
¿Se había ido?
No podía ser, además ¿A dónde?
¿Lo habría encontrado la poli?
“Tomy, busca en esta planta, yo
subo a la segunda”
“eh! ¡¡Tío!! ¡¡No me dejes solo que
me cago!!”
“¡¡TOMY!! Te juro que te dejo aquí
encerrado y sabes que lo hago. Así que no me jodas… ¡¡BUSCA!!”
Subí las escaleras gritando…
Nada
Ni una señal de M.
De pronto un susurro que venía de
una de las habitaciones del fondo…
¡chaval!
La voz era muy suave, quebrada, sin
fuerza
“¿M? ¡VOY!”
Entré en la habitación y allí
estaba, debajo de un montón de escombros
Miré hacia arriba y el suelo de la
tercera planta se había derrumbado
Su cuerpo estaba cubierto de
maderos y yeso por todos lados
“¡¡TOMY!! ¡¡CORRE!! ¡¡AYUDAME!!”
“Chaval, pensé que no ibas a
venir…”
“No hables M, te vamos a sacar de
aquí”
Cada madero que quitaba, M se
dolía… había kilos y kilos encima de él
Entre Tomy y yo no éramos capaces
de mover la inmensa viga…
“llama a los bomberos Tomy, y a una
ambulancia”
Tomy salió del edificio porque allí
no había cobertura
“tranquilo M, va todo bien, en
seguida vienen”
“¿Qué pasó con la tetas chaval?”
“la puse en su sitio ¿sabes? Le
dije “que te den””
Se reía como podía entre gemidos y carraspeos
“bien hecho chaval. Ya encontrarás
una que valga la pena”
“M, ¡mi padre quiere publicar tus
escritos! Tienes que aguantar, ¡tu vida va a dar un giro! Estoy convencido”
Sonrió y me miró
“vaya huevos tiene tu padre…
¿Quiere publicar mi mierda, en serio? Ahora entiendo de donde vienen los tuyos”
Cerraba los ojos cada vez más rato
Había visto en las pelis, que
cuando alguien está muy mal, no hay que dejarle dormir…
“M, no te puedes dormir… ¡mira!
Tomy te ha traído bollos y zumo”
Abrió los ojos de inmediato
“acércamelo a la boca chaval”
Tenía el cuerpo cubierto hasta el
cuello
Le conseguimos quitar lo que tenía
encima de la cabeza pero con el resto no podíamos…
“TOMYYYY!! ¿¿QUE PASA CON ESOS
BOMBEROS??”
“que se están acabando los anabolizantes
de la comida… escucha hijo, no va a venir nadie…”
“pero estamos llamando, sólo que
tardarán un poco”
“Escucha. Si te llama una albóndiga
por teléfono y te dice con voz de niña “un viejo se esta muriendo en el
psiquiátrico abandonado…” ¿irías?”
“¡¡CLARO!!”
“Ves cómo eres un tarado… escucha
chaval. Todos mis escritos están en la mesa de la habitación 212. Cógelos y haz
con ellos lo que quieras. Eres un buen chico. Haz que cada día cuente. Aunque
creas que no, yo miro atrás y pienso “M, cómo has vivido cabrón””
Y murió
Dejó de respirar, con un trocito de
bollo en la boca
Murió
Tomy llegó corriendo… a su manera
“ya vienen tío”
“tarde”
Algo cayó por mi mejilla…
¿Una lagrima?
No me lo podía creer, ¡¡si lo
conocía de un día!!
Me la sequé sin que Tomy se diese
cuenta
Cerré los ojos a M
Parecía que seguía vivo
Le dejé un bollo al lado y me
levanté
“ven Tomy, tenemos que coger algo y
largarnos”
“¡pero van a venir los bomberos!
Tenemos que esperar y contar que ha pasado”
“¡VAMOS!”
Cogí los escritos de la 212 (que no
eran muchos) y nos largamos de allí
CAPÍTULO 5
Tomy y yo estuvimos un buen rato
sentados en aquella roca sin cruzar palabra…
No podía entender cómo en el
momento que parece que conozco a una persona interesante en mi vida, ha muerto,
además de esa manera.
¿Sería gafe?
La verdad es que nunca he tenido
muy buena suerte en estos 16 años…
Pero entonces, el techo se me
habría caído a mí, no a M.
“tío, me tengo que ir a casa… mi
madre estará preocupada y es la hora de la cena. Lo siento mucho”
“vale. Mañana nos vemos”
Cuando se estaba alejando pude gritar:
“Tomy, gracias”
Alzó el brazo y se fue
No tenía ganas de pisar mi casa
De ver a mis padres
Además tendría que contestar a un
montón de preguntas de “¿por qué no ha venido tu amigo?” y cosas así, para las
que en ese estado de ánimo no estaba preparado.
Abrí la mochila y saqué el
cuadernillo de M.
Eran relatos cortos, la mayoría
hablaban de una mujer
Un poema me llamó la atención, en
especial las últimas líneas:
“La
vida te dí aún sabiendo la consecuencia
Tu
frialdad marchita la fortaleza de mi inocencia
Te
quiero, me matas
Te
amo, me odias
Me
muero… tu ganas”
Seguro que hablaba de la culona que
me había contado
¿Qué clase de mujer era?
No hay que juzgar sin saber las dos
versiones… pero no podía evitar tenerle asco sin conocerla.
En la última hoja de los escritos,
había una dirección
“c/
de los almendros nº 17”
¿Qué? ¡¡Pero si esa era esta
calle!!
El psiquiátrico era el número 14…
así que sería la casa que estaba al otro lado de la calle.
¿Por qué tenía M. esa dirección
apuntada?
¿Quién vivía ahí?
De pronto, una sirena de bomberos
Miré hacia el número 17 pero estaba
rodeado de arbustos altos
No conseguí ver nada
Me fui para casa por evitar
problemas
Al llegar a casa, lo esperado
“cariño, ¡la cena esta lista!
¡Estofado! Tu favorito”
Mi madre tenía esos extremos: o
estaba sobada y drogada de pastillas, o estaba eufórica.
“no tengo hambre mamá, subo a hacer
los deberes”
El que faltaba, ahí estaba en el
sofá, con su vaso de coñac en la mano y las gafas puestas
“eh, eh!! Un momento jovencito. Ven
aquí.”
¡Qué pereza…! A ver que me invento
ahora
“Papá. ¡Es verdad! ¿Qué tal con
Miguel?”
“¡Muy bien! Un tipo muy interesante
la verdad… tanto, que no apareció”
“¿Cómo? ¿Y eso?”
“No lo se, dímelo tú”
“¡Yo cómo lo voy a saber! No tengo
ni idea… ¿No te llamó?”
“No”
Mi padre cada vez estaba más
mosqueado.
Entrecerraba los ojos, como
analizándome cada gesto, cada palabra, cada vez que tragaba saliva…
“¡AH! Será porque igual al haber
llegado de Londres, aún no tiene teléfono en España”
“Si, será. Y tú ¿dónde has estado
hasta ahora?”
“Con Tomy, hemos ido a dar una vuelta
por el pueblo”
“Y no quieres cenar, claro…”
“Es que mañana tengo examen de
mates. Odio las mates, sabes que me cuestan muchísimo”
“Muy bien, pues hasta mañana hijo”
“Hasta mañana papá. Hasta mañana
mamá”
Subí las escaleras y cuando estaba
por la mitad mi padre me dijo
“¡Ah! ¡Una cosa! Mañana hijo, es
sábado”
Llegué al cuarto y cerré la puerta,
con pestillo
¿Por qué los padres lo saben todo
coño?
No hice ni un gesto, ni nada raro…
Y ya se había dado cuenta de que
pasaba algo
Me dí una ducha de agua hirviendo
No podía dejar de pensar en la
cantidad de cosas que habían pasado en mi vida en tan sólo dos días…
Lo que comenzó como una aventura de
chavales había terminado con una muerte
Ahora si me empecé a rallar con lo
que había dicho Tomy… ¿cuánto nos puede caer si a la policía le da por
investigar y se enteran que estuvimos allí, y no esperamos como testigos?
Sentía algo
No sabría explicarlo, pero era una
especie de malestar mezclado con inquietud
No solo por la muerte de M.
También porque dentro de mí había
algo que me decía que esto no podía terminar así
Esa dirección
Además, si era escritor, debía de
tener más textos en algún lado…
Pues si mañana era sábado, mañana
era el día
Llamé a Tomy
“Tomy”
“tío, que susto, estoy cenando,
¿qué quieres?”
“Mañana a las 10 de la mañana en la
roca de hoy”
“¿estás loco? ¡No podemos
acercarnos por allí!”
“a las 10”
Sabía que iría. Tomy era un cagón,
pero era leal.
Por supuesto no dormí nada, otra
vez, aquella noche
No dormir no ayuda a pensar, la
verdad
Y más por la noche
Por la noche todo parece más grave,
aunque en este caso lo era
Muerto
Releí los textos una y otra vez
Eran muy profundos y a la vez
oscuros
Hablaban constantemente de
sufrimiento, muerte, dolor y desesperación
Pobre M.
Lo que habría sufrido por aquella
zorra.
Sonó el despertador y yo me había
quedado dormido sobre la mesa
Dios… había babas en una de las
hojas y no me podía doler más el cuello
Me duche, me vestí, desayuné rápido
y sin ver a nadie en casa, me fui
Cuando estaba llegando a la roca,
vi que el psiquiátrico estaba acordonado, pero no había nadie
Cuando se trata de un simple
mendigo, no es interesante
Bueno, miento, unas líneas en el
periódico del pueblo que decían “encontrado mendigo aplastado por escombros en
el antiguo psiquiátrico del Santo Padre. Se desconoce la identidad”
Fin
M. debió morir con algo más de 70
años
70 años resumidos para el mundo en
dos líneas de un periódico de pueblo
Me negaba
Llegó Tomy muy acalorado, pensé que
porque como siempre, le habría entrado el asma por venir corriendo
Pero no
“Tío, mi madre sospecha algo…”
“¿qué?”
“¡¡que sí!! Ayer, después de todo
lo que había pasado, no tenía mucha hambre, así que solo comí 2 platos de pasta
y postre”
“¡joder! Recuérdame que no te
invite a comer nunca… ¿y por qué sospechó?”
“¡¡porque no probé la carne tío!!
Ni un poquito, la conciencia no me lo permitía…”
“¡pero tomaste postre! Tomy eso
¿qué tiene que ver con sospechar?”
“Me preguntó qué había hecho toda
la tarde, le dije que había estado en tu casa y ella me dijo que no le
mintiera, que había llamado a tus padres y que allí no estábamos…”
Mierda. Ahora entiendo la cara de
mi padre ayer
“Tomy… a veces creo que eres
idiota… ¿a quién se le ocurre? ¡Eso se comprueba con una simple llamada joder!”
“yo que sé, me puse nervioso… la
cosa es que hoy solo puedo estar contigo hasta la 1:00”
“bueno, pues al menos aprovechemos
el tiempo que tenemos”
La vista era perfecta a la
dirección que había apuntado M. en la libreta
Además, podríamos también controlar
si había movimiento en el psiquiátrico
“¿qué crees que es?”
“¿El qué?”
“Lo que hay en la casa”
“un tesoro”
“¿en serio?”
“¡¡yo que sé bola!! Cállate ya y
estate atento”
Pasaron dos horas mirando aquellos
setos altos que cubrían la verja de la casa, y nada
De vez en cuando un vecino
El cartero, pero dejó las cartas en
el buzón
Una vieja paseando a su perro…
“Me tengo que ir. Si ves algo,
avisa”
“Y tu intenta cagarla lo menos
posible con tus padres mamón”
Me quedé sólo
No había movimiento y la intriga me
podía
Me acerqué mirando a ambos lados de
la carretera
No había moros en la costa
Introduje dos dedos en la rendija
del buzón y saqué una carta que escondí rápidamente dentro de la chaqueta
Cuando fui a coger la segunda se
abrió la puerta de la entrada
“¡Dios mío! ¡Qué susto me has dado!
¿El nuevo jardinero, verdad?”
Ufff… Era preciosa. Aquellos ojos
negros y su larga melena morena
De pronto se detuvo el tiempo y
solo pude contestar con un “si” que a penas se escuchó
“Pasa, pasa. Está mi hermano
dentro. Él te explica todo”
Cerró la puerta y yo estaba
invadiendo una casa ajena, haciéndome pasar por un jardinero que solo rezaba
para que no llegara antes de conseguir salir de allí sin meterme en líos.
“¿Marcos?”
“¿si?”
Se refería a mí, claro, a “Marcos
el jardinero”
La madre que parió al hermanito de
la morena… ¡parecía el primo de Zumosol!
Yo creo que de un soplido me
revienta
“Pasa, que te enseño la casa”
Gente de pasta, sin duda
Piscina grande, inmenso jardín
lleno de rosales y setos perfectamente podados, una casa enorme de 3 plantas, o
eso parecía desde fuera…
“te explico: en la parte de afuera
es sólo mantener todo bien podado y regado, en el jardín de dentro el trabajo
es más complicado, pasa”
Oh, oh… Estaba dentro. Quería y no
Si me pillaban la liaba, pero en
realidad no podía ser más útil aquello que estaba pasando para descubrir qué
ocurría en aquella casa… quienes eran y sobre todo qué tenia que ver con M.
“Es el jardín japonés de mi tía…
siempre ha sido muy espiritual, muy Zen. Ya te explicará ella cómo hacerlo
porque yo no tengo ni idea. Ah! Mi nombre es Alejandro, un placer Marcos. Todo
tuyo”
Me dejó sólo en aquel salón donde
podría caber perfectamente mi casa entera
Había marcos de fotos en las que
salían los dos hermanos junto a sus padres
Observé que no había ni una sola
foto de ellos de pequeños
Analicé cada rincón de la casa, al
menos de la parte de abajo
Era sobria, pero de esas que con
poco que hay, sabes que es bueno, de nivel
De pronto unos pasos por la
escalera
“Hola muchacho, tu debes de ser el
jardinero, me ha avisado mi sobrino Alejandro que estabas aquí”
Una señora tipo folclórica, de unos
50 años, con el pelo como un león, oliendo a laca y pachuli y con una bajada de
escaleras a lo vedette…que vaya toalla…
“Hola señora. Encantado. Soy, soy…”
(¡Mierda! ¿Cómo era? ¿Mario? ¿Manuel?)
“Marcos, lo sé, me lo ha dicho
Alejandro… tranquilo chico, causo ese efecto en los hombres… se les olvida
hasta el nombre”
Casi se me escapa una carcajada
Hay gente que o no se ve en el
espejo, o no asimila la edad, o tienen la vista desviada… porque de verdad,
mira que con 16, hasta los cocos de una palmera te excitan, pero aquella
señora, era una muñeca hinchable deformada.
“si, debe ser”
“Mira muchacho, te voy a explicar
cómo va esto… desde que encerramos a mi hermana, esto es algo casi sagrado”
Empezó a hablar como 20 minutos
ella sola…
¡¡Qué pesada!!
“muy bien señora, pues mañana a la
misma hora vengo con las herramientas necesarias y el material para podar”
(¡¡Yo que sé!! Tenía que salir de
ahí antes de que me descubrieran)
“Mañana te veo cariño, a la misma
hora…”
Y me guiñó el ojo de una forma muy…
¿cómo decirlo suavemente…? ¿Vomitiva?
Sonó el timbre
“¡Ay! Cielo, ¿de la que sales
podrías abrir? Debe ser mi sobrina”
“claro”
¡Coño! ¡El jardinero de verdad!
“Hola buenas tardes, ¿Marcos el
jardinero, verdad?”
“si, el mismo”
“Marcos, ya está solucionado el
problema, perdona por las molestias, pero se va a encargar mi tío que le
encanta todo esto, lo siento. ¡Gracias!”
Le cerré la puerta en los morros
Se fue cagándose en todo, claro
Esperé tres minutos y me fui, sin
hacer ruido, abriendo la puerta despacito y cuando la iba a cerrar…
Ahí estaba ella de nuevo, mi
morena…
“¡Hola! ¿Aún sigues aquí?”
“¡si! Pero ya me iba… mañana vuelvo
a la misma hora. Así he quedado con tu tía”
“¿y ahora a donde vas? ¿Vuelves a
la roca a espiarnos?”
Me quedé blanco… me temblaron hasta
las piernas…
CAPÍTULO 6
“¿Qué? No… no se de que me hablas…”
“Sí, desde aquella de allí, además
hace varios días que te veo rondando por aquí”
“No, bueno, es largo de contar…”
“ya claro, venías a ver a mi padre
¿no?”
“¿tu padre? ¡Para nada! No lo
conozco de nada… venía a ver a un mendigo que estaba en el hospital psiquiátrico
escondido… pero sólo pude verlo dos días, porque ayer lo aplastaron los
escombros del centro…”
De pronto la chica se derrumbó…
literalmente
Cayó desplomada al suelo
Comencé a darle palmaditas en la
cara
“¿eh? ¿Estás bien?”
Abrió los ojos y me dijo
“Sácame de aquí”
Se levantó entre lagrimas y me
llevó derecho al centro S.P
Atravesamos el cordón de seguridad
y comprobamos que nadie nos observaba
Una vez dentro, no paró de
preguntar y mirar cada rincón
“¿Qué sabias de él?”
“¿De M.? Era un tío cojonudo, lo
poco que vi…”
Se giró de golpe y me atravesó con
la mirada
“¿M.?”
“Bueno, se llamaba Miguel, pero
firmaba sus escritos como M.”
“M…”
Se quedó un rato pensativa
“¿Qué más sabes?”
“Hace 7 años que vivía aquí… por lo
visto tuvo hijos, aunque no se cuántos… Estuvo con una mujer que le hizo mucho
daño. La frase literal que me dijo fue: “cuando consiguen lo que quieren, ya no
les vales” me dejó marcado la verdad… aquella tía debió de ser una cabrona con
él”
“¡EH! ¿Acaso la conociste? ¿Sabes
algo de su vida a parte de lo que te dijo el mendigo ese? ¡¡Ten respeto
niñato!!”
“per… perdona…”
Se puso como una fiera, no entendí
nada…
“Lo siento”
“tranquila, es solo que… no se… ¿lo
conocías o algo?”
“no directamente…”
Se levantó y se fue derecha a la
puerta
“ven”
Me llevó hasta su casa
La loca de su tía la “cachonda”
estaba con la música a tope y el primo de Zumosol en el gimnasio
Abrió una puerta que parecía un
armario pero que llevaba a un sótano
Cerró desde dentro
El sótano era un trastero en realidad
Bicis, aparatos de gimnasio,
estanterías, libros apilados… nada raro
“mira esto”
Abrió una caja llena de papeles
“ajá… ¿Quieres que los tire?”
“¡¡quiero que lo leas!!”
Cogí uno de ellos. Estaban escritos
a mano… aquella letra…
“¡¡UN MOMENTO!! ¿¿¿Qué???”
“Me llamo Laura Martínez Santos.
Tengo 16 años y hace 11 que no veo a mi padre, Miguel. Mi madre se quedó muy
tocada tras el divorcio. Actuaba de una forma muy paranoica, hasta que un día
llegó mi tía con mi tío a casa contando no sé qué historia de que “mamá se va
por un tiempo a ponerse buena a un sitio donde la van a tratar muy bien” Así
que mi padre muerto y mi madre encerrada en un psiquiátrico…”
Se sentó en las escaleras, mientras
yo no podía ni tragar saliva
“Mi madre nunca me dijo dónde se
había ido mi padre y yo era muy pequeña como para acordarme de su cara…
quitaron todas las fotos de la casa en las que aparecía él. Mi tía nunca me
contó nada… pero aquel mendigo del centro… siempre estaba en aquella ventana
observando nuestros pasos… al principio me daba miedo, pero había algo en él
que me resultaba familiar…”
“Laura… ¿crees que tu padre era
M.?”
“Ahora no lo creo… ahora lo sé. Mi
madre dejó esa caja olvidada en un armario de uno de los cuartos de arriba,
después de quemar todas las cosas de mi padre. Cuando la encerraron, de
casualidad la descubrí. Empecé a leer aquellas historias, tan parecidas a la
vida que en mi cabeza y con muchas lagunas recordaba. La escondí aquí antes de
que mi tía la descubriese. Ella no baja aquí porque dice que los ácaros le
marcan las arrugas…”
“Pero… ¿nunca hablaste con él? ¿Nunca
te acercaste por curiosidad?”
“No. Tampoco él lo hizo… y lo mío,
al fin y al cabo, era una intuición… lo suyo era certeza”
Madre mía. Mi cabeza iba a explotar
de tanta información junta a la vez…
Ordenemos: M. padre de Laura y
Alejandro, se va al psiquiátrico una vez que se ve en la ruina tras el divorcio
con su mujer, por seguir de “cerca” la vida de sus hijos.
Su mujer, loca y encerrada deja a
sus hijos en manos de su hermana y su cuñado antes que en las de su propio
padre.
Laura por orgullo o temor, aun
intuyendo que podría ser su padre, nunca habló con él pasados los 5 años…
Y yo… ¿¡¡yo dónde coño me había
metido y qué pintaba ahí!!?
“Me voy a ir… creo que estas cosas
uno las pasa mejor estando solo. Sobre todo porque no me conoces y querrás
desahogarte”
“¿y ya está? ¿Te vas conforme así?”
La miré como diciendo “no te
entiendo”
“coge la caja súper espía”
“¿me la das?”
“seguro que él querría que la
tuvieras tú, sino, no te habría dado esta dirección ni querría que conocieses
su historia”
“bueno, en realidad tenía pensado
publicar un libro con sus escritos y si a ti te parece bien…”
“ahora si, ya sobras aquí. Coge la
caja y márchate. Y como vuelva a verte rondado por aquí le digo a mi hermano
que te dé una paliza que no te vuelves a levantar en tu vida”
Vaya tía rara…
¡¡Qué cambios de humor coño!!
Pero en el fondo me había dado lo
que quería
Llegué a casa eufórico y esta vez
sí, muerto de hambre
Oí a mi madre en la cocina hablando
por teléfono
“ah ¿si? Pues mira, ahora acaba de
llegar, gracias Carmen”
¡Mierda! La madre de Tomy
“hijo, llevamos esperándote 2 horas
y has salido de casa sin decir nada por la mañana… tu padre quiere hablar
contigo. ¿Qué llevas ahí?”
“ahora te lo explico mamá. También
quiero que lo escuches tu”
Senté a mis padres en la mesa del
salón y les dije que el escritor conocidísimo que se iba a reunir con mi padre,
había fallecido, pero que había dejado sus escritos en la caja que yo traía.
“Dios mío… pobre señor… ¿y fue un
infarto dices? Si es que este ritmo de vida va a acabar matándonos a todos…”
Mi madre y sus observaciones súper
útiles
“Lo siento hijo, pero no puedo
publicar algo de un fallecido si no tenemos el permiso del mismo”
Me entraron calores y agobio de
golpe
Me quité la chaqueta y ahí estaba,
la carta que había cogido antes de entrar en la casa de Laura
En el remitente ponía M.
La abrí
¡¡ERA PARA MÍ!!
“¡Hola chaval! Estoy orgulloso de
ti, aunque si recibes esta carta, poco orgullo podré tener porque estaré
fiambre.
¡Eres todo un detective! Pero yo
también. Me compinché con el cartero, que me traía comida de vez en cuando, el
día que te conocí… tarde o temprano estaba claro que tenía que palmarla y
últimamente no me encontraba nada bien
¿Cuánto habrá pasado? No lo sé ¿de
qué habré muerto? No lo sé ¿leerás tu la carta? Eso espero, porque si no, nadie
va a entender una mierda.
Cuida de mis escritos, haz con
ellos lo que quieras, publícalos.
Alejandro ya es mayor, tiene la
vida solucionada. Pero mi pequeña Laura, sé que no es feliz y menos en esa
casa. Me vine aquí a ver cómo crecía, cómo se hacia mujer… pero sonríe poco. La
vida le ha sido muy dura a su corta edad.
Nunca tuve el valor de hablar con
ella y decirle que allí estaba su padre. Un padre es un referente y ejemplo ¿y
qué ejemplo podía dar yo en esas condiciones? No me he atrevido ni a
escribirle, ni a pedirle perdón.
Pero a ti si te pido que le
transmitas mi deseo de que no le falte de nada y le des este número del Banco
del pueblo.
Chaval, cuídate. Ojalá vivas y
disfrutes. Eres un buen crío
M.”
Abajo aparecía su firma
“No me lo puedo creer… ¿Papá, esto
vale como permiso?”
“Si, bueno, creo que sí, dice que
hagas lo que quieras con los escritos y está firmado”
“Cuida esto como oro en paño…
edítalo y publícalo papá, porque no puede ir mal. Lo sé”
Fui corriendo a casa de Laura
Me abrió la tía con bata de
leopardo…
“¡hola cariño! ¿Se te ha olvidado
algo?
“¿Está Laura?”
“Está en la biblioteca. Pero ¿para
qué…?”
“¡Gracias!”
Le dejé con la palabra en la boca
Menos mal que no era un pueblo muy
grande y sólo había una biblioteca.
Al fin la vi
“¡shhhh! ¡Laura! ¡Ven!”
Salió conmigo fuera
“¿qué no entendiste de mis palabras
tarado?”
“ya, ya, ya… ¡oye! Esto es para ti”
“¿qué es?”
“lo dejó tu padre para ti, tienes
que ir al banco a ver qué es”
Me cogió de la mano y fuimos
corriendo al Banco
No me habló, ni me miró
Llegamos al mostrador
“buenos días señorita, ¿en qué
puedo ayudarle?”
“tengo este número de cuenta que me
ha dejado mi padre”
“¿me permite?”
El hombre empezó a teclear el
número en el ordenador
“sí, aquí esta: Laura Martínez
Santos”
Laura se quedó blanca… yo creo que
pensaba que le estaba tomando el pelo
¿Pero cómo iba a bromear con algo
así?
“acompáñeme por favor”
Me iba a quedar esperando fuera,
pero se giró y me dijo
“tú, ven”
Nos llevaron a una cámara acorazada
Había un montón de cajas fuertes
¡Cuánta gente del pueblo tenía
pasta! Porque allí había unas cuantas…
“es esta, 212. Esto no es el numero
de cuenta, es el código que tiene que marcar para abrirla”
“gracias”
212… como la habitación donde
estaban los escritos en el psiquiátrico…
“ábrela tú”
“¿cómo?”
“¡¡que la abras!!”
Marqué el código y la caja fuerte
se abrió
No miré dentro por respeto…
Me aparté para dejarle su espacio
Se acercó y de pronto se puso a
llorar… mucho
“mira…”
Chupetes, un diente en una caja,
una figura de arcilla con su mano de cuando era pequeña que ponía “feliz día
del padre. Te quiero M.”
“Son todas mis cosas de pequeña…
las ha guardado todos estos años…”
“Laura mira, ahí hay un álbum”
“no me lo creo… ¡¡son nuestras
fotos!! Mi madre me dijo que se habían quemado…”
Fue pasando las páginas del álbum
“pero… estas son ya de mayor…
siempre desde el mismo sitio… es mi crecimiento en fotos”
“él siempre quiso estar pero nunca
se atrevió”
Había un cheque en la última página
del álbum y una nota
“Te quiero con locura mi niña…
Ojalá la vida me hubiese brindado una segunda oportunidad para hacerlo bien, o
más valor de aprovechar la que me quedaba. Te quiero, no lo olvides. M.”
Laura se secó las lágrimas, cogió
el cheque y cerró la caja
“señor, ¿qué es esto?”
“Es un cheque”
“¿y por qué está en blanco?”
“porque todo lo que haya en esta
cuenta, cuando seas mayor de edad, será tuyo”
“¿y cuánto hay en la cuenta?
“2 millones de euros”
“no, no, mírelo bien, en ESTA
cuenta”
Giró la pantalla del ordenador y
ahí estaba
2 millones de euros
¡¡PERO QUÉ COÑO HABÍA HECHO EL
VIEJO!!
Laura me miró y yo no supe qué
hacer
“gracias”
Me señaló
“¡eh! ¡Tú! ¿Me agarras? Creo que me
voy a desmayar…”
“¡no puedo! ¡Creo que yo también!”
En esta vida, todo tiene un por qué...
ResponderEliminarGenial historia.
Es importante saber que el amor de verdad nunca muere; ayuda a recordar lo valioso que es el tiempo, y lo rápido que pasa.
¡¡Besos desde Asturias!!