Suele pasar que cuando estamos bien, normalizamos esa
sensación como si fuera lo que toca. Como si ninguna otra cosa tuviese sentido…
“¿cómo iba a estar si no? Tampoco estoy haciendo nada del otro mundo,
simplemente estoy bien”
Suele pasar que cuando estamos bien, no nos fijamos en
nuestros sentimientos y sensaciones, dejamos pasar el día y lo vivimos como uno
más. Normalizamos esa sensación de bienestar y la transformamos en algo
cotidiano.
Es cierto, mira tu día. Posiblemente nada excepcional para
ti, nada diferente a los otros días, nada destacable…
Apagas el despertador pensando que suena 3 horas antes de lo
que debería. Te levantas, desayunas, te preparas para el trabajo, esperas que
el trafico te permita avanzar, te enfadas porque cada día es lo mismo…
Llegas al trabajo, aguantas la mala cara de tu compañero, cuentas
las horas que pasan terriblemente lentas… Por fin acaba el día, te tomas un
vino con los amigos, compartes lo “normal” que ha sido tu día y te vuelves a
casa. Cenas y un día más.
Ahora piensa…
Suele pasar que cuando tenemos un día malo, añoramos toda la
normalidad de nuestra rutina. La normalidad de nuestro “bien” ante un “¿cómo
estás?” Esperar a que el trafico nos permita avanzar. Que suene tu despertador
3 horas antes de lo que te gustaría. Aguantar la mala cara de un compañero de
trabajo… Pensar que no ha pasado nada excepcional frente a todo lo que te ha
ocurrido en ese día gris.
Suele pasar que no nos damos cuenta de que lo que hace
excepcionales nuestros días, no es lo original de sus planes, o la gente con la
que te cruzas o lo novedoso de las situaciones. Lo que hace única nuestras
vidas, es la simple posibilidad de vivirlas. Un atasco más, un respiración, un
enfrentamiento, un paso, una sonrisa, un enfado, un “estoy bien” … Un día más.
La vida por vivir. Con mejores y peores momentos. Con el
control de las decisiones, con sus errores y aciertos, sus consecuencias. Con
la emoción de tener la posibilidad de seguir en esta aventura de vivir.
Suele pasar que para cuando te das cuenta, quizás ya ha
pasado más vida de lo que te gustaría. Pero lo maravilloso de la vida es que
siempre te permite reengancharte para disfrutar…
Normal. Es lo que suele pasar...